
Después de la privatizacion expres encubierta del servicio de lavandería del hospital clínico, y el rumbo que la conserjería de sanidad está tomando hacia todos los servicios no sanitarios de los hospitales, ya se está encendiendo la mecha de lo que puede ser una bomba de relojería, se despertará al gigante dormido, que desde principios de los años 80 no se ha manifestado, teniendo casi olvidados aquellos años en que las reinvidicaciones les hacía ponerse delante de los "grises".
Sin duda debemos a nuestros compañeros mas veteranos estas dos décadas de aparente bienestar, pero también estará sobre la conciencia de los mas jóvenes, el haber dejado estar, el haber permitido con nuestra pasividad, siendo testigos de piedra de una hostelería hospitalaria en declive, viendo como lo que antes era un gran pastel formado por varios hospitales, vamos repartiendo la tarta para que se la vayan comiendo a pedacitos privatizados, por empresas voraces ansiosas de alimentarse cual parásitos garrapatas, de nuestro trabajo, zampandose de acompañamiento nuestra dignidad como trabajadores.
Van pasando meses, años, dos décadas casi ya desde que empezamos el declive, ¿ Alguno se acuerda de la última oposición de cocineros del antiguo insalud en Madrid ? Pues si hagan memoria, en el año en que Indurain batió el récord de la hora, los juegos olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla.... 1992, casi ná.
Desde entonces los restauradores de la sanidad madrileña, estamos condenados a no cobrar trienios, promoción profesional, a ser despedidos o cesados después de mas de 15 o 20 años de servicio, sin cobrar un sólo céntimo de indemnización.
Le podemos echar la culpa a Aguirre o a quien sea, pero deberíamos de mirarnos al espejo para ver, que también hemos fomentado con nuestro silencio, nuestra actual situación.
Pero como "QUIEN ADELANTE NO MIRA ATRÁS SE QUEDA" y damos por bien aprendido nuestro bagaje de los errores de los últimos años, llegan tiempos de moverse, de despertar, de luchar por lo que es nuestro.
Hay que estar pendientes de lo que tenemos en la "olla" para saber lo que se está cociendo, no vaya a ser que se nos queme o se " pase " demasiado.